InicioWhispersLa primera esposa del emir de Dubái rompe el silencio

La primera esposa del emir de Dubái rompe el silencio

En medio del juicio entre la princesa Haya y el emir de Dubái, la primera esposa de Mohammed bin Rashid ha decidido contar su historia a un diario británico.

La posibilidad de volver a ver a su hija había prevenido a Randa al-Banna en contra de hablar mal de su primer marido, el emir de Dubái, durante todos estos años. No obstante, después de enterarse de los supuestos secuestros y abusos que sufrieron las princesas Shamsa y Latifa, nacidas de los posteriores matrimonios del emir con otras mujeres, la que fue la primera esposa del jeque Mohammed bin Rashid ha decidido compartir su historia y contar cómo después de divorciarse de este en los años sesenta fue expulsada de Emiratos Árabes Unidos y separada de su hija, Manal, a la que no ve desde entonces.

Cuenta Randa al-Banna en The Times que conoció al actual emir de Dubái en 1972, durante una fiesta en Beirut, su ciudad natal. Al cabo de unos meses, se casaron y luego tuvieron una hija, pero poco después de nacer esta, Randa se enteró de “un incidente” concerniente a su esposo y le pidió el divorcio. Entonces, se vio obligada a volver a Beirut y a separarse de su bebé, Manal, hoy en día una mujer de más de 40 años que ha tenido sus propios hijos.

“El emir me privó de ver a mi hija, y de mi vida como abuela. Me niega la oportunidad de ir y ver a mis nietos”, denunciaba hace unos días Randa al-Banna en The Times“Es injusto, muy injusto. Todo porque tomé la decisión de irme y ser libre […] No puedo verla porque soy la que quiso abandonarle. Mi castigo es no poder verla […] No sé que aspecto tiene ahora”.

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Princesa Haya

Según cuenta, lo único que recibió Randa al-Banna del emir fue una foto de un bebé que resultó no ser Manal, sino otro de sus hijos, y la promesa jamás cumplida de que podría ver a su hija. “Me prometió: ‘Te dejaré verla. La verás en Harrods en Navidad. No, mejor en Pascua. No, después del Ramadán’, decía. Y la vida fue pasando. Una vida entera”, lamenta.

En 2000, Randa al-Banna viajó con un amigo a Dubái y llamó al emir para pedirle ver a su hija. Su exmarido aceptó y le dio una dirección con la indicación de que acudiera con su mejor vestido, pues se verían en una fiesta, pero cuando Randa llegó al lugar señalado no vio a Manal por ninguna parte. Al día siguiente, se fue de Dubái y desde entonces tiene prohibido volver, aunque eso no impidió que cinco años más tarde planeara su regreso a la ciudad para asistir a la boda de su hija, camuflada en el séquito de una princesa saudita amiga suya.

Días antes de su partida a Dubái, sin embargo, un hombre la habría atacado brutalmente en Beirut, rompiéndole cuatro vértebras. Cuando despertó de su convalecencia, vio que su exmarido estaba al pie de su cama. “¿Qué es lo que te hice que te hiriera tanto?”, le dijo. “¿Estás loca? Eres de mi familia. Jamás te haría daño”, contestó el emir. Un comportamiento que Randa al-Banna dice que le recuerda al que tuvo con su hija Latifah, después de la frustrada fuga de ésta.

“Cuando me enteré de la historia de Latifah, le envié varios mensajes, diciéndole: ‘Eres su padre. No puedes hacerle esto. Ella forma parte de ti’. Pero él jamás me contestó”, explica.

«Si me deja ver a mi hija, el daño quedará reparado. Lo único que quiero es tenerla en mis brazos una vez más», asegura Randa al-Banna en último lugar.

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