P.S. IT’S FANCY.
Cuando llevas el bosque dentro, hasta el Grand Palais se transforma. No es para menos, el cerebro y la imaginación de Karl Lagerfeld tienen los pies bien puestos sobre la tierra, pero definitivamente no sobre esta, como él mismo afirma; y la pasarela de Otoño-Invierno 2018-2019 fue la más reciente demostración de todo esto.
Sobre una escala de degradación de colores de hojas secas, en medio de árboles desnudos y el reflejo de los espejos, modelaron las nuevas creaciones de la firma de moda francesa. En ese eterno tributo a Coco, y como una oda a la naturaleza otoñal; el tweed (tejido insignia de la casa) en colores tierra, se hizo protagonista.
También lo fueron las perlas, las prendas en textura acolchada en alusión al icónico bolso 2.55 y el despliegue de “little black dresses”, que además fungieron como el cierre perfecto a este desfile clausura de la semana de moda parisiense.
«Más que la tristeza que nos invade con la entrada del otoño, prefiero evocar la melancolía. Esa nostalgia que transpira la naturaleza misma durante esos días fue la que creó, en justa medida, la esencia de esta colección». Karl Lagerfeld.
Nostálgico drama
Las chaquetas largas de doble botonadura hasta los pies, los conjuntos de traje con falda y vestidos con detalles de plumas en hombros y mangas fueron la manera en que el emperador de la moda trajo al presente su recuerdo más valioso de los 70. También lo logró a través del Estilismo monocromático, la integración marcada del dorado y el charol, y uno que otro giro inesperado en las siluetas, texturas y la presencia de colores brillantes en elementos complementarios.
Todo sobre los detalles
Las plumas, las puntas (tanto en botas como en zapatos tipo Oxford), los metalizados, los estampados florales, el juego de bisutería y joyas de colección llevadas como cinturones, los guantes y los aretes asimétricos y para nada a juego, son las propuestas de complementos ideales para la temporada más “fría” del año.
FRONT ROW
La cantante Lily Allen y Carla Bruni Sarkozy, esposa del expresidente francés Nicolas Sarkozy, apreciaron juntas lo nuevo de Chanel.
Keira Knightley y su esposoJames Righton, fueron una de las parejas presentes en el «Front Row».
EDITORIAL.
De todos los destellos que envuelven a la figura del «káiser» (emperador en alemán), como la industria ha titulado desde siempre a Lagerfeld, siento que son dos de ellos los que deslumbran de manera constante y casi perfecta cada uno de los pasos que ha emprendido en el tiempo como director creativo de la firma. El primero: su manera tan peculiar de permanecer seguidor aún después de haber asumido como líder; “perfumándose tan continuamente de No. 5″, que imposible que cada colección no termine de otra forma que no sea impregnada de lo más puro de Chanel. Lo segundo, su habilidad fantástica de transportar a todo espectador a los más profundos rincones de su mente, entendiendo que el verdadero éxito de las pasarelas no está en la presentación de piezas, sino en la capacidad tan poco usual de crear atmósferas y sembrar en ellas. Es cierto, detrás de las gafas negras y la cola de hebras blancas de Karl, habita el gobernante de un universo de infinitos colores. Es muy probable que dentro de poco nos encontremos dedicando algunas páginas a analizar cada uno de sus pigmentos, pero en lo inmediato ponemos bajo lupa y en primera fila (Front Row), las pinceladas de sus más recientes creaciones.
