La legendaria bailarina de danza clásica de Cuba, Alicia Alonso, falleció este jueves a los 98 de edad. Reconocida como una de las más reconocidas bailarinas y coreógrafas del mundo, fue la responsable de entrenar varias generaciones de bailarines durante la revolución cubana.
Alicia Alonso, participo en la fundación del American Ballet Theatre en Estados Unidos y se mantuvo al frente del BNC hasta el final de sus días.
La calidad de sus interpretaciones es referente de la majestuosidad de la danza, logró convertirse en un símbolo popular y en un ejemplo universal del arte de la danza.
Sus versiones coreográficas de algunos de los grandes clásicos fueron bailadas por la mismísima Ópera de París. Los públicos de casi todos los continentes aplaudieron sus interpretaciones. Los mejores poetas, pintores y músicos de Cuba le rindieron homenaje.
Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, su nombre de nacimiento, Alicia Alonso para la historia de la danza universal, ganó un título que nadie discutió nunca en Cuba: la artista nacional.
Hasta sus detractores reconocen en ella a la prima ballerina assoluta de Iberoamérica, el último gran mito del ballet del siglo XX.
La gran entrada de esta bailarina a la historia del ballet comienza como por casualidad. El 2 de noviembre de 1943, en el Metropolitan Opera House de Nueva York, Alonso sustituyó en el personaje Giselle a la extraordinaria Alicia Markova, la cual no pudo bailar, y el papel fue asumido por la joven intérprete cubana- para los balletómanos un momento mítico y de gran significado en la historia de la danza mundial. Desde ese instante la impronta de Alicia Alonso quedó indeleblemente unida a la del personaje de la inocente campesina convertida en Willy.
Solo un verdadero artista es capaz de estremecer y comunicar los sentimientos a través de su talento. Mañana sábado en el Gran Teatro de La Habana, bautizado con su nombre en 2015 se rendirá honra a la legendaria bailarina.